Las buenas noticias anunciadas el lunes por la empresa farmacéutica Pfizer, sobre los avances de su vacuna contra la covid-19, se han topado con un muro difícil de escalar para países en desarrollo: el costoso sistema de congelación que requiere para su mantenimiento. La Organización Panamericana de la Salud (OPS) ya advirtió que ningún sistema de salud del mundo está preparado para transportar y almacenar esta vacuna, entre ellos México. El Gobierno mexicano anunció el jueves que no la comprará, porque no cuenta con la estructura que garantice preservar la calidad de la vacuna: máquinas especiales que permitan refrigerarla a niveles de -70 grados centígrados. El costo de una de esas máquinas puede variar de 300.000 a un millón de pesos, según expertos consultados por EL PAÍS.
“México no tiene una red de ultracongelación”, confirmó el jueves Hugo López-Gatell, subsecretario de Salud y portavoz gubernamental durante la pandemia. “Si hablamos de una sola dosis o un puñado de dosis, esto no sería un reto, pero cuando hablamos de millones de dosis y pensamos que es indispensable que haya equidad en su distribución, entonces tenemos que considerar al país en su conjunto. Es un reto muy grande. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ya lo ha expresado a todos los países: si quieren utilizar esta vacuna deberían considerar que no deben adquirirla a menos que haya una red, no de refrigeración, sino ultracongelación”, explicó López-Gatell.
La farmacéutica Pfizer y su socio alemán BioNTech anunciaron el lunes que su vacuna contra la covid-19 es “eficaz en un 90%”. Pfizer explicó en un comunicado que los resultados se obtuvieron en su ensayo de fase tres, la última etapa antes de pedir formalmente su homologación, y después de haberla probado en 43.538 personas. El anuncio de la farmacéutica generó un suspiro de alivio en el mundo, pero pronto comenzaron a conocerse los detalles que hacen complicado el acceso a este nuevo tratamiento. El jarro de agua fría vino de las autoridades sanitarias de la OMS y la OPS. “Ningún sistema de salud en el Caribe, en América del Sur, en Estados Unidos, en Europa está listo para manejar estas vacunas», advirtió ayer el doctor Jarbas Barbosa, subdirector de la OPS. “Si los países van a utilizar esas vacunas tendrán que prepararse. Las otras ocho vacunas que están en fase tres sí se pueden manejar en las cadenas de frío que encontramos hoy en cualquier país”, agregó.
Aunque México ya dio por descartado hacerse con la vacuna de Pfizer, López-Gatell informó que el Ejecutivo firmó “una carta de intención” con la farmacéutica, pero aseguró que no se ha llegado a negociar ningún contrato. «Una consideración importantísima para firmar o no los contratos depende de que sea realista la posibilidad de garantizar este sistema de ultracongelación que nos permita llevar en tiempo, forma y con las condiciones adecuadas este producto”, enfatizó.
Los científicos le dan la razón. “El diseño de las vacunas comunes permite que se mantengan en temperaturas de congelación, pero la vacuna de Pfizer usa una molécula sintetizada que es muy sensible a las temperaturas y si no se cuenta con un sistema de ultracongelación esta se degrada; si la cadena de distribución falla llegara a la población una molécula hecha pedazos”, explica Jorge Castañeda Sánchez, investigador del Laboratorio de Inmunología adscrito al Departamento de Sistemas Biológicos de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM). “Este sería el primer fármaco que en México necesitaría un sistema de este nivel. Lograr una infraestructura como esta a nivel nacional tiene un costo millonario. Desafortunadamente, esta vacuna va para países de primer mundo, que tienen la capacidad de hacer esta inversión”, agrega el experto.
En el departamento que trabaja Castañeda hay 80 investigadores, que usan cinco de estos “ultracongeladores”, cuyo costo, dice, puede ir desde los 300.000 a un millón de pesos. “Cuentan con un motor especial, con un sistema refrigerante especial, pero no solo se trata del costo del equipo, sino de su mantenimiento. El asunto, además, no solo es dónde se almacenará la vacuna, si no su traslado, porque se requiere que el transporte también cuente con un sistema de congelación especial para que la vacuna no se descongele”, advierte Castañeda. El científico es enfático: “México, al igual que los países en desarrollo, no está en condiciones para invertir en infraestructura de esta naturaleza”.
México ya ha comenzado a probar otras vacunas contra el coronavirus. Alrededor de 5.000 voluntarios han sido reclutados en la capital mexicana para probar la seguridad y eficacia del medicamento elaborado por la empresa china CanSino. El protocolo ha iniciado este viernes en tres centros de salud de la Ciudad de México, donde se testeará la fase III del prototipo. El canciller Marcelo Ebrard anunció la noche del miércoles el arribo de 7.000 unidades “para ser aplicadas de inmediato en la fase III en México con 15.000 voluntarios”.
Con información de El País.
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